El presidente chino Xi Jinping se prepara para una tensa relación comercial con el presidente electo de los estados Unidos, Donald Trump, y lo hace fortaleciendo un vínculo con un aliado estratégico en el hemisferio sur: el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. La relación calificada por ambos como «la mejor en la historia», refleja intereses comunes y una creciente interdependencia económica, marcada por acuerdos que abarcan desde agricultura hasta alta tecnología.
Brasil y China marchan en sintonía
Durante su reciente encuentro en la cumbre del G-20, Lula y Xi destacaron los profundos lazos que unen a sus países. «Lo que China y Brasil hagan juntos resonará en todo el mundo», afirmó Lula tras anunciarse la firma de 37 acuerdos bilaterales. Los pactos incluyen áreas clave como recursos agrícolas, infraestructura, ciencia y tecnología, así como sectores sociales estratégicos. Xi, por su parte, destacó que esta relación vive «su mejor momento» y citó al legendario futbolista Pelé: “El gol más emocionante siempre es el próximo”.
La economía china que depende en gran medida de recursos como mineral de hierro, soja, carne y petróleo, ha encontrado en Brasil un proveedor estratégico. A su vez, Brasil, que mantiene un superávit comercial con China, importa productos esenciales como semiconductores, fertilizantes y vehículos. Esta relación no solo sustenta las economías de ambos países, sino que también les permite contrarrestar los efectos de las políticas comerciales de Estados Unidos.
Un frente común ante la política comercial de Trump
Tras el regreso de Trump a la Casa Blanca, los líderes de Brasil y China refuerzan sus vínculos para mitigar posibles impactos económicos. Durante la anterior guerra comercial entre Washington y Beijing, China incrementó las importaciones agrícolas de Brasil, disminuyendo su dependencia de productos estadounidenses. Expertos como Margaret Myers, del Inter-American Dialogue, señalan que esta dinámica es difícil de revertir: “Estados Unidos puede hacer poco para cambiar esa tendencia”.
El académico de la Universidad de Shanghái, Jiang Shixue, subraya que los lazos entre Brasil y China son profundos y estables: “No cambiarán por un cambio en la presidencia de Estados Unidos”. Además, ambos países ven en esta relación una oportunidad para impulsar un orden mundial multipolar que desplace la hegemonía estadounidense.
Intereses personales y afinidades estratégicas
La relación entre Lula y Xi trasciende lo económico ya que ambos líderes comparten una visión global que aboga por la diversificación de alianzas y la construcción de un orden internacional más equilibrado. Desde su regreso al poder, Lula ha priorizado a China como socio estratégico, mientras que Xi considera a Brasil un aliado clave en América Latina.
En abril del año pasado, Xi recibió a Lula en Beijing con una ceremonia que incluyó la interpretación de «Una nueva era», una canción brasileña que emocionó a la delegación visitante. De allí que Ryan Berg del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, afirma que no se debe subestimar “la química entre Xi y Lula”, a la hora de analizar esta alianza.
Más allá del comercio: tecnología y geopolítica
Por otro lado, los acuerdos entre Brasil y China también incluyen colaboraciones tecnológicas que podrían tener un impacto global. Un memorando de entendimiento entre Brasil y Shanghai Spacesail Technologies busca desarrollar sistemas de comunicación satelital en áreas remotas, mientras que la cooperación en energía fotovoltaica y nuclear refuerza el papel de ambos países en la transición energética global.
Cabe mencionar, proyectos como el lanzamiento de satélites desde el Centro Espacial Alcântara, en Brasil, podrían fortalecer la posición de Beijing en la carrera espacial, desafiando a empresas como SpaceX, dirigida por Elon Musk. Este avance subraya la creciente influencia de China en sectores estratégicos de América Latina.
Un delicado equilibrio con Estados Unidos
Sin embargo, aunque la relación entre Lula y Xi parece sólida, Brasil mantiene vínculos históricos y estratégicos con Estados Unidos. A diferencia de Xi, que busca reemplazar las instituciones internacionales lideradas por Washington, Lula aboga por reformarlas para reflejar mejor los intereses de países emergentes como Brasil.
Por otro lado, la influencia china en la región ya es evidente, a través de su diplomacia financiera. Durante la reciente cumbre del G-20, la presencia de empresas chinas en Brasil, como BYD y Sinopec, destacó frente a una tardía visita del presidente Joe Biden a Sudamérica.
¿Es incierto el futuro para Trump y Musk?
Mientras Trump prepara su regreso, la relación entre Brasil y China podría pasar desapercibida en la agenda de Washington, enfocada principalmente en México. Sin embargo, figuras como Musk, que opera sistemas satelitales y vehículos eléctricos, observan con atención. En un reciente intercambio en redes sociales, Musk criticó a Lula y predijo su derrota en las próximas elecciones, reflejando las tensiones que esta relación estratégica puede generar en ciertos sectores estadounidenses.
Esta alianza entre Xi y Lula no solo redefine las relaciones entre China y América Latina, sino que también envía un mensaje claro a Washington: el mundo se está diversificando, y las rutas comerciales alternativas están ganando terreno.
* Con información de The Wall Street Journal