Las dudas y las evidencias que dejó el supuesto atentado a Nicolás Maduro

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A pesar de las dudas que generan en Venezuela y en el mundo entero el presunto atentado que habría sufrido el presidente Nicolás Maduro el pasado 4 de agosto en Caracas, varias cosas si quedaron claras, no hubo manifestaciones espontáneas de solidaridad con el mandatario por parte del pueblo chavista, tampoco acciones de defensa por parte de la tropa de la Guardia Nacional Bolivariana que desfilaba con motivo de su aniversario y sí una gran sorna a través de las redes sociales con todo tipo de memes haciendo burlas de la situación vivida ese día por el impopular jefe de estado.

Las dudas en cambio son muchas y podría decirse que ni siquiera en los seguidores del gobierno hay pleno convencimiento de que en realidad se tratara de un atentado. Más bien se cree que fue el propio gobierno quien planeó este nuevo episodio magnicida con el propósito de desviar la atención de la población venezolana por la grave situación económica y social que está padeciendo y un nuevo artificio para perseguir y encarcelar a dirigentes opositores.

En la zona donde fue levantada la tarima presidencial en la Avenida Bolívar de la capital venezolana, se podía transitar tranquilamente el día domingo, apenas unas horas después de ocurrido el hecho, pues no hubo acordonamiento para preservar evidencias.

Nadie cree en la versión del gobierno

Es como si casi nadie hubiera creído la versión oficial del supuesto intento de magnicidio, uno de los tantos que habría sufrido Maduro pero sin presentar evidencias serias y científicas, ni siquiera un informe oficial. Sin embargo, el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, a las pocas horas junto con Maduro acusaron a la “derecha venezolana” y al presidente saliente de Colombia Juan Manuel Santos de la autoría intelectual del atentado.

La reacción del gobierno colombiano y de la dirigencia opositora venezolana no se hizo esperar calificando las acusaciones del gobierno socialista de Maduro como irresponsable y lo conminaron a presentar pruebas reales. “Hoy han intentado asesinarme”, afirmó Nicolás Maduro en cadena de radio y televisión después del evento.

El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, en un comunicado aseguró que la Fuerza Armada Nacional era irrestrictamente leal al mandatario venezolano. Luego el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, ofreció al cuerpo diplomático detalles un poco más precisos sobre el supuesto atentado.

Según la versión oficial las detonaciones provinieron de dos drones tipo M-600 cargados con C4. El material altamente explosivo que puede ser activado por ondas eléctricas no habría logrado su objetivo de impactar al presidente venezolano al ser interceptado y desviado por los cuerpos de seguridad del gobierno.

Reverol explicó que “una de las aeronaves sobrevoló la tribuna presidencial con el fin de activar a distancia la sustancia explosiva, pero gracias a las técnicas de la Guardia de Honor Presidencial y la instalación de equipos inhibidores de señal se logró desorientar el dron”. El otro aparato habría perdido el control en las inmediaciones de la tarima del evento y cayó en un edificio cercano llamado Eduardo, según el ministro del Interior.

Sin embargo, la agencia de noticias AP y vecinos de la zona afirman que lo ocurrido en uno de los apartamentos de ese edificio fue en realidad una explosión producida por una fuga de gas. Otra de las versiones que corrió en torno al hecho señala que la explosión por la fuga de gas habría provocado la alarma oficial en el acto protocolar y los drones que sobrevolaban la zona en realidad pertenecían al canal del estado VTV que cubría el evento, los cuales fueron derribados por francotiradores.

El gobierno entonces habría aprovechado este incidente para una vez más reeditar sus historias de episodios magnicidas contra Maduro, y tener el argumento necesario para acusar a líderes opositores y continuar su ola represiva.

En este momento Venezuela tiene una inflación calculada en más de 100,000 %, con una escasez severa de alimentos y medicinas, una industria en el suelo, pésimos servicios públicos, presos políticos y una crisis humanitaria sin precedentes en la historia de este país rico en hidrocarburos y metales preciosos.

El supuesto atentado serviría al gobierno para desviar la atención por unas semanas y tratar de elevar la maltrecha imagen del presidente rechazado por al menos el 80 % de la población a quien se califica dentro y fuera de Venezuela como un dictador despiadado. “No habrá perdón. Los perseguiremos y los capturaremos”, advirtió el mandatario nacional.

De acuerdo con el parte oficial, por el supuesto atentado ya hay seis personas detenidas. Sin embargo, aún no se presentan imágenes de los drones destruidos ni evidencias que permitan validar el supuesto intento de magnicidio.

Quedó en evidencia la vulnerabilidad del gobierno

Analistas opinan que sea verdad o mentira el hecho, ha quedado claro que la credibilidad de la institución presidencial está por el piso. Tanto se ha mentido a la población con historias de supuestos intentos de magnicidios al fallecido expresidente Hugo Chávez y al actual Nicolás Maduro que ya nadie se toma en serio estos hechos.

La baja moral y el miedo que se observó en la tropa de la GNB durante la parada militar dejaron mucho que desear. La vulnerabilidad del gobierno quedó en evidencia así como la resistencia que podría ofrecer esta fuerza militar en defensa del régimen, en caso de un enfrentamiento armado con una potencia extranjera o durante un golpe de estado. Fue en términos llanos un “sálvese quien pueda”.

El descontento que reina en los niveles medios y bajos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas ha sido reiteradamente reseñado por medios independientes nacionales y extranjeros. La situación económica, la gigantesca corrupción que campea a todos los niveles del estado venezolano, el desmantelamiento del estado democrático, la entrega de las riquezas del país a Cuba, Rusia y China y la violación sistemática de los derechos humanos y de la soberanía nacional por parte de guerrilleros de las FARC y el ELN, así como la imposibilidad de celebrar unas elecciones transparentes, son algunos de los elementos que para algunos sectores de la oposición justifican una salida de fuerza a la crisis.

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