En este trabajo periodístico publicado por el diario El Tiempo, se analizan las razones del comportamiento electoral de los colombianos con vista a las próximas elecciones presidenciales del mes de mayo.
El exguerrillero del M-19 y candidato del movimiento Colombia Humana, es catalogado como el Trump colombiano por su discurso ‘antiestablishment’ que emociona, sobre todo en la capital Bogotá donde estuvo como alcalde y fue destituido.
El buen momento de Petro también es consecuencia del desgaste de los partidos políticos y la decepción de los colombianos con el gobierno de Juan Manuel Santos. Pero, ¿el discurso populista de Petro podrá imponerse finalmente y meter a Colombia por un camino incierto como el que recorrió Venezuela justamente por el cansancio hacia los políticos tradicionales?
A continuación el análisis:
Con cada día que se acercan las elecciones presidenciales del 27 de mayo, el favoritismo de los candidatos cambia, en parte, según se mueva el péndulo de favorabilidad. Uno de los ‘bendecidos’ en algunas de las encuestas recientes ha sido el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro.
En la última encuesta de Guarumo para EL TIEMPO y La W Radio -publicada el 2 de febrero- ocupaba el segundo lugar, con 12,5 por ciento, detrás del 14,6 por ciento de Sergio Fajardo. Es decir, subió frente a la misma encuesta publicada el 17 de diciembre, en la que quedaba tercero, con 9,9 por ciento, detrás de Sergio Fajardo (15,7 por ciento) e Iván Duque (11,3 por ciento).
Para otras encuestas, como la más reciente del Centro Nacional de Consultoría y divulgada por el noticiero CM& en la noche del jueves, Petro es primero, con un 22 por ciento de intención de voto, seguido por Sergio Fajardo, con un 16 por ciento.
El fenómeno de Petro –un candidato de izquierda liderando la intención de voto en un país donde ese sector ideológico no ha ocupado el poder central del Estado- ha llamado la atención, no solamente de analistas, sino también de medios internacionales. Tanto así que la revista ‘Rolling Stone’ puso al candidato de Colombia Humana en su portada de febrero.
“Con un futuro incierto y con todos los candidatos presidenciales más enfocados en las coaliciones de repartición y no en el beneficio colectivo, para Rolling Stone resulta imperativo enfocarse en las propuestas que parecen apartarse del continuismo. Petro expuso ante nosotros sus ideas en torno a la educación, el medio ambiente, la protección de los derechos de la comunidad LGTBI y el campo, aspectos fundamentales para nuestra audiencia, joven y enterada, analítica y diversa”, decía una parte del texto que antecedía una extensa entrevista a Petro en esa publicación.
En los últimos días fue el diario español ‘El País’ el que puso su foco en la figura de Petro, con dos artículos. En uno afirma que el discurso ‘antiestablishment’ “dispara a Gustavo Petro en las encuestas” -así lo titula- y en otro se pregunta si realmente Colombia es mayoritariamente de derecha, y se responde que “quizás lo está dejando de ser”.
Pero, ¿qué más hay detrás de la favorabilidad con la que cuenta Gustavo Petro, a dos semanas de la consulta interpartidista contra Carlos Caicedo, en la cual lo más probable es que el exalcalde de Bogotá salga triunfante?
000000;">‘Gustavo Petro es el Trump colombiano’
No son pocos los críticos y analistas que califican como “populista” el discurso de Petro, que se enmarca en el desgaste de los partidos políticos tradicionales e “identifica necesidades y carencias generacionales de los ciudadanos en la política”, como explica el profesor de la maestría en Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia, Carlos Arias.
“Llega a identificarse con el ciudadano desde la transformación de políticas alrededor de temas como la corrupción y la gestión de recursos públicos, a pesar de que su gestión (en Bogotá) tuvo grandes deficiencias”, asegura Arias. Coincide el abogado y Ph.D. en Ciencia Política José Fernando Flórez, para quien Petro se ha posicionado con un discurso “contestatario, populista, antisistema y contra las élites, de las que curiosamente él mismo hace parte hace décadas”.
A este contexto, marcado por cierto desgaste de los partidos tradicionales y por la renuencia de los ciudadanos con la clase política por los escándalos de corrupción, se suma, según el análisis de ‘El País’, que Petro “ha sabido canalizar, al menos por el momento, un descontento que va más allá de las discrepancias en torno a los acuerdos con la guerrilla, uno de los factores que ha dominado la política colombiana en los últimos años”.
“Petro es un buen político de plaza pública, un excelente comunicador que ha sabido explotar muy bien el momento político”
Para el profesor Arias, Petro “encarna el verdadero Donald Trump colombiano, no en su fondo, pero sí en sus formas”.
Basa su hipótesis en que a Petro lo favorece el discurso emocional. Además, en que frente al ‘establishment’ que lo mira con recelo, Petro logró un espacio importante en las redes sociales, en el que logra magnificar su discurso. “Ha generado un ciberactivismo parecido al del presidente de Estados Unidos” cuando era candidato, dice Arias.
Y ese carácter emocional ha sido clave, pues Petro no solamente se ha tomado banderas que no tienen fuerza en otras campañas –como las políticas contra el cambio climático-, sino que ha logrado meterles ‘carne’ -es decir, emoción- a banderas de otros candidatos, como la lucha contra la corrupción, que en principio era de la senadora Claudia López y heredó Sergio Fajardo quien, según Arias, “se queda en un discurso gaseoso que aprovecha Petro”.
Dice Flórez que “Petro es un buen político de plaza pública, un excelente comunicador que ha sabido explotar muy bien el momento político para captar votos de varios de sus rivales en el segmento de izquierda y centro-izquierda (…) Y en este proceso ha ido apropiándose las banderas que inicialmente eran de Sergio Fajardo y Humberto de la Calle”.
En resumidas cuentas, Petro acude a la emoción frente a unos votantes a los que las razones les llegan con menos contundencia, y además, lo hace en un contexto de hartazgo frente a la política tradicional de la cual él, pese a llevar décadas en el escenario político, se logra desmarcar. Además, lo hace poniendo su discurso al servicio de temas y demandas que no representan otros candidatos o que estos no han sabido aprovechar.
¿Giro hacia la izquierda?
Durante las últimas décadas la izquierda se vio debilitada por factores como la fuerza que tomó el discurso de la seguridad, así como por la crisis en Venezuela y otros gobiernos de esa ideología en Suramérica. Sin embargo, hay un cambio sociológico que indica que las preferencias políticas de los colombianos tienden a equilibrarse, manteniéndose la mayoría en el centro político.
“La oscilación en el espectro ideológico de las preferencias políticas de los colombianos en los últimos diez años muestra que las posturas de izquierda han venido ‘in crescendo’ frente a las de derecha, que han disminuido”, dice José Fernando Flórez, citando datos del estudio de percepción Latinobarómetro 2016. Si bien en 2006 solamente 19,7 por ciento de colombianos se identificaban de izquierda, en 2016 ese número llegó al 30,7 por ciento.
En cambio, por la banda derecha del espectro se registró una disminución de 42,7 a 29,4 por ciento en los mismos 10 años. El que se mantiene estable y mayoritario es el centro, con 39,5 por ciento para la medición de 2016. Entonces, el crecimiento de la izquierda no ha sido gracias a una reducción del centro, sino de la derecha, como también apunta Flórez.
Y la explicación, dice, tiene que ver con el proceso de modernización del país, que hace que aumenten las demandas sociales, redistributivas y liberales, así como de reconocimiento a los derechos de las minorías del país. Esto hace que cambien las identidades políticas.
Por su parte, Arias lo explica como un fenómeno de transformación en la cultura política colombiana en el que también juegan a favor de candidatos como Gustavo Petro la incapacidad de los partidos tradicionales de traducirle su discurso al ciudadano de a pie.
Pero, según los datos del mismo Latinobarómetro, hay percepciones encontradas en los colombianos frente a los temas que la izquierda busca poner en la agenda.
Mientras una mayoría de 71,87 por ciento cree que el Estado debe implementar políticas firmes para reducir la desigualdad –un reclamo que aparece con fuerza en el discurso de Petro y que para muchos críticos aguza de alguna forma la ‘lucha de clases’-, temas como las libertades frente a la diversidad sexual (que aprueba el 34,54 por ciento), la eutanasia (el 39,56 por ciento) y el consumo de marihuana (15,93 por ciento), no son de opinión de mayoría favorable entre los colombianos, ni siquiera entre aquellos que se reconocen de izquierda.
Petro se mueve todavía entre estos dos discursos: el económico y el cultural-simbólico y de las libertades civiles. En lo inmediato, parece tener más fuerza el primero que el segundo.
Otros tres factores
Además del discurso emocional y de que el país hoy es más favorable que en las últimas décadas frente a las políticas de la izquierda política, otros factores pueden explicar el momento de Petro: su estrategia en redes sociales, su campaña para mantenerse vigente y el factor Bogotá.
Este último, explica Flórez, se debe a que “Petro ha sabido capitalizar políticamente el deterioro de la imagen del alcalde Peñalosa, dedicándose a sabotear a la administración distrital con un discurso incendiario”.
Sobre su estrategia en redes, Carlos Arias explica que Petro complementa su ejercicio retórico en la plaza pública con las redes sociales, “vitales para el ejercicio político” en la actualidad. No solo se trata de llenar plazas, sino de mostrarlo a sus seguidores en el mundo digital, explica.
Además, este espacio favorece el discurso emocional sobre sus propuestas. “¿Será que son viables? Eso pasa a un segundo plano porque emociona a la gente con un mundo imaginado, posiblemente irrealizable, pero sí imaginado. Hace soñar al elector”, agrega.
Es allí donde, para él, ha sido un error desestimar su candidatura por no tener maquinaria o una gran fuerza legislativa, pues el ‘rechazo’ del establecimiento ha causado que la gente hable de Petro en otros espacios. “Lo primero que debe lograr un candidato es que la gente lo conozca”, una clave del marketing político, explica Arias. El candidato de Colombia Humana lo está logrando.
Finalmente está su estrategia para mantenerse vigente, en la que la consulta interpartidista contra Carlos Caicedo ha sido clave. Además de mantener su nombre en el ‘top of mind’ (recordación, lo primero que se viene a la mente al hablar de algo específico) de los ciudadanos, él busca propulsarlo con más fuerza después del 11 de marzo porque “es una consulta que tiene ganada” y que le es rentable “económica, política y mediáticamente”, asegura Flórez.
Además, le permitirá proyectar la imagen de ganador el 12 de marzo, como una forma de contrarrestar el hecho probable de que no tendrá un gran resultado en las elecciones legislativas del día anterior. El profesor Carlos Arias lo explica con la ‘teoría del carro ganador’: el grueso de los ciudadanos que no tienen mucho conocimiento o información de política busca el carro ganador y se monta en ese, explica.
Gustavo Petro aparece hoy en la fotografía electoral como uno de los favoritos para los comicios del 27 de mayo, tanto por aprovechar sus propias capacidades como por explotar debilidades de los otros candidatos. Y, por supuesto, por razones estructurales de contexto político nacional y mundial.
El 11 de marzo se jugará un ‘round’ definitivo para sus aspiraciones, pero la verdadera campaña entre los nombres que buscarán la Presidencia comienza allí, con una diferencia de más de dos meses en la que, como lo demuestra la historia electoral del país, la balanza se puede seguir moviendo de múltiples maneras impredecibles. Ni Petro ni ninguno otro tiene nada ganado.
Juan David López Morales / El Tiempo