- Los líderes de izquierda en América Latina buscan aliviar el aislamiento del gobierno de Nicolás Maduro en Caracas. La visita del presidente colombiano “es un premio para Maduro”, aseguró un analista.
Caracas. Se trata de una reunión que hace apenas un año habría sido casi impensable.
Pero el martes, el presidente de Colombia, país que durante años ha sido el aliado más fuerte de Estados Unidos en América Latina, voló a Caracas para reunirse con el líder de Venezuela, un hombre al que Estados Unidos no reconoce como presidente del país y que está acusado por las Naciones Unidas de crímenes contra la humanidad.
La reunión entre Gustavo Petro, el recién elegido presidente de izquierda de Colombia, y Nicolás Maduro, un líder de inspiración socialista que ha destruido las instituciones democráticas de su país y ha contribuido a sumir a gran parte de la nación en la pobreza, marca un nuevo capítulo en el enfoque global hacia Venezuela.
Durante años, una coalición liderada por Estados Unidos ha tratado de derrocar a Maduro mediante sanciones y aislamiento. Pero un número creciente de países, en particular los nuevos gobiernos de izquierda en Sudamérica, han comenzado a suavizar su enfoque hacia Maduro.
Y Colombia, que comparte una frontera con Venezuela de más de 2000 kilómetros de largo, es uno de los países más grandes e importantes que han decidido retomar el contacto, tanto por su proximidad física a Venezuela —y, por lo tanto, su capacidad para participar en el comercio transfronterizo— como por su estrecha relación con Estados Unidos.
Sin embargo, la pregunta que planea sobre este nuevo contacto es significativa.
¿El acercamiento de Petro a Maduro permitirá que el líder autoritario consiga la dosis de legitimidad internacional que anhela y lo ayude a cimentar su control del poder?
¿O será que Petro podrá llevar a un compañero de la izquierda hacia las normas democráticas, incluyendo lo que la oposición venezolana ha estado exigiendo: unas elecciones presidenciales libres y justas en 2024?
La visita “es un premio para Maduro”, dijo Phil Gunson, un analista del International Crisis Group que ha vivido en Venezuela durante más de dos décadas. “Mi temor es que Maduro saque más provecho de esto que Petro”.
El martes, Petro ingresó al Palacio de Miraflores, la residencia presidencial, acompañado por Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, caminando por una alfombra roja y fue recibido por Maduro y su esposa, Cilia Flores.
Luego de un apretón de manos en público y luciendo atuendos casi idénticos —camisas blancas, pantalones negros—, ambos líderes sostuvieron una reunión privada.
Poco después, y flanqueado por un retrato de Simón Bolívar, un prócer fundamental en la fundación de ambas naciones, Petro calificó las recientes divisiones entre los países vecinos como algo “antinatural”. También afirmó que viajó a Venezuela para “reconstruir la frontera” entre los dos países, que había caído en manos de “mafias”, y para discutir la “defensa de la selva amazónica”, que se extiende por ambas naciones.
El mandatario colombiano dijo que le estaba pidiendo a Maduro que regresara al sistema interamericano de derechos humanos. La decisión de reingresar a ese sistema permitiría que las víctimas que no han recibido justicia en los tribunales venezolanos puedan presentar sus casos en un tribunal internacional. También sería una señal de que Maduro quiere que Venezuela se reincorpore a la comunidad democrática.
Al concluir su discurso, Petro dijo que Maduro tiene la oportunidad de “prender la antorcha para alumbrar a la democracia y a la libertad”.
“Esa es nuestra invitación”, dijo.
Muchos analistas creen que Maduro tiene pocos incentivos para unirse al sistema interamericano de derechos humanos. Pero en su propio discurso, Maduro dijo que había sido “muy receptivo” a la idea. Afirmó que el encuentro fue “fructífero, verdaderamente auspicioso, con buenos resultados”.
Los dos líderes no aceptaron preguntas de la prensa.
En respuesta a la visita, un portavoz del Departamento de Estado de EE. UU. dijo que Washington instó a Colombia “a responsabilizar a los gobiernos que han descartado las normas democráticas, como el régimen autoritario de Maduro”. Pero el gobierno de Joe Biden no criticó ni elogió explícitamente la decisión de Petro.
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