La dermatopatofobia es el miedo irracional, extremo e injustificado a las enfermedades de la piel y a cualquier tipo de lesión que se produzca en dichas regiones.
Esta alteración, que también se conoce como dermatosiofobia o dermatofobia constituye una fobia específica poco común. No obstante puede provocar elevados índices de malestar.
Las personas que presentan este trastorno suelen presentar índices de ansiedad muy elevados. Así mismo, es habitual que el miedo que les provoca la posibilidad de padecer una enfermedad cutánea origine un comportamiento de evaluación constante del estado de la propia piel.
Por este motivo, la dermatopatofobia no es una patología menor. Su presencia puede incapacitar mucho el funcionamiento de la persona y resulta primordial poder tratarla correctamente.
En este artículo se explicarán las características de este tipo de fobia. Se comentarán cuáles son sus causas, qué síntomas ocasiona y finalmente las intervenciones más eficaces para su tratamiento.
Características de la dermatopatofobia
La dermatopatofobia es uno de los múltiples tipos que existen de fobia específica. De este modo, comparte muchas características con otras alteraciones más conocidas como la fobia a las arañas, a las alturas o a la sangre.
La fobia específica es un trastorno que se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa en respuesta a la exposición a objetos o situaciones específicas.
De este modo, la principal característica de la dermatopatofobia consiste en la aparición de ansiedad ante la exposición de un estímulo que indique la presencia de una enfermedad en la piel.
Evidentemente, la detección de los estímulos temidos de este trastorno resulta algo más compleja que el de otras. En la fobia a las arañas el elemento temido son las arañas y en la fobia a la sangre el estímulo que origina ansiedad es la propia sangre.
Sin embargo, delimitar qué estímulos proporcionan la idea de padecer una enfermedad en la piel resulta más complejo. De hecho, la interpretación del estímulo es totalmente subjetiva, por lo que estos suelen variar en cada sujeto.
Una persona con dermatopatofobia puede interpretar tener la piel muy seca como elemento que indica la presencia de una patología cutánea. En cambio, otra puede pensar que el uso de gel daña su piel y otro sujeto puede creer que tener picores en la espalda es el síntoma que predice la presentación de la enfermedad.
Lo habitual es que cada individuo presente un grupo numeroso de estímulos temidos, los cuales se asocian con la probabilidad de padecer una enfermedad cutánea. Además, muchos estudios han puesto de manifiesto como estos elementos no son estáticos, por lo que una persona puede ir presentando cada vez más estímulos temidos.
El miedo a la enfermedad cutánea
El elemento principal que define la dermatopatofobia es la experimentación de un miedo extremo a las enfermedades cutáneas.
Este miedo se define como fóbico y presenta una serie de características que le definen. Así pues, no todos los temores a las enfermedades de la piel configuran la presencia de dermatopatofobia.
Las características principales que definen el miedo que se presencia en una persona con dermatopatofobia son:
Miedo desproporcionado
El miedo que se experimenta en la dermatopatofobia es totalmente desproporcionado con respecto a las exigencias de la situación.
De este modo, estímulos totalmente neutros suelen provocar una respuestas de ansiedad extremadamente elevada. Los elementos temidos en la dermatopatofobia no resultan ningún peligro real, pero el individuo los interpreta como tal.
De este modo, probabilidades reales o justificadas de padecer una enfermedad cutánea o síntomas específicos que indican un mal estado de la piel no son los elementos que definen la presencia de dermatopatofobia.
Miedo irracional
El hecho de temer estímulos neutros, inofensivos y que no suponen ningún perjuicio para la persona resulta irracional.
Sin embargo, la irracionalidad de la dermatopatofobia va más allá. El temor no resulta únicamente irracional para los demás, sino que también lo es para el propio individuo que padece el trastorno.
Así pues, la dermatopatofobia no implica la presencia de un delirio, en el que la persona empieza a interpretar las cosas de forma irreal o extravagante.
El individuo con este tipo de fobia específica es totalmente capaz de racionalizar su miedo y darse cuenta de que este es irracional.
Miedo incontrolable
A pesar de que el individuo es consciente de que su miedo es irracional y, por lo tanto, no tiene motivos para presentarlo, lo sigue experimentando de forma inamovible.
Este hecho se explica por otra de las cualidades del temor, la incontrolabilidad. El miedo está más allá del control voluntario de la persona, por lo que por mucho que esta no quiera tenerlo, es incapaz de evitarlo.
Lleva a la evitación
A parte de ser desproporcionado, irracional e incontrolable, el factor que mejor define el miedo de la dermatopatofobia es su intensidad.
El temor a distintos estímulos relacionados con la posibilidad de padecer una enfermedad cutánea se experimenta con elevada intensidad y un máximo malestar.
De este modo, el propio miedo a concebir una patología de la piel modifica el comportamiento del individuo. Este tratará de evitar por todos su medios las situaciones y los elementos temidos.
Por ejemplo, si un sujeto teme un tipo específico de gel porque cree que le dañará la piel, este evitará por completo su uso. Lo mismo puede suceder con la exposición al sol o a cualquier otro elemento que se pueda asociar con el hecho de padecer una enfermedad en la piel.
Miedo persistente
Una característica importante de la dermatopatofobia es que el miedo que se experimenta no es transitorio. De este modo, el trastorno persiste a lo largo del tiempo y no remite.
Este hecho pone de manifiesto la necesidad de tratamiento de la psicopatología. Si no se interviene adecuadamente, un sujeto que presente dermatopatofobia la seguirá presentando toda su vida.
Miedo desadaptativo
El temor a múltiples estímulos, notablemente impredecibles, que se asocian con la probabilidad de padecer una enfermedad cutánea puede afectar gravemente a la funcionalidad del individuo.
El miedo de la dermatopatofobia no permite al sujeto adaptarse bien el medio, sino todo lo contrario. Por este motivo, se cataloga como miedo desadaptativo y patológico.
Miedo inespecífico
Finalmente, hay que remarcar que, al igual que sucede con el resto de fobias específicas, la dermatopatofobia no es un trastorno específico de una fase o edad determinada.
No aparece únicamente en la edad adulta, en la adolescencia o la niñez, sino que puede originarse en cualquiera de ellas y persistir a lo largo del tiempo.
Síntomas
La sintomatología de este trastorno suele ser bastante variada, por lo que no existe un único grupo de manifestaciones delimitadas que se presenten en todos los casos.
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